El Festival no se lo esperaba. Este es un cuento que a muchos folcloristas les sorprenderá. Imagínense que nos encontramos el día sábado en pleno concurso (Gelo Córdoba) al hijo mayor de Gelo Córdoba, quien nos confesó que desde 1959 no visitaba el Festival, es decir, el año que Ceferino Nieto ganó el primer concurso de acordeonistas que le hacía reconocimiento a su padre.
Amable Córdoba, desde pequeó, aprendió de su padre el arte de interpretar la música típica, primero en violín y luego con el acordeón. Don Amable, que llegó al estrado real de La Mejorana junto a su hija Ernestina, estuvo muy atento a cada nota que los concursantes interpretaban de las piezas de su padre, aprobando o desprobando con su cabeza.
Él aseguró que no pudo seguir en la música típica debido a sus compromisos familiares, pero siempre fue su gran pasión, pues durante algunos años, antes de emigrar a la ciudad, llegó a tocar profesionalmente en la provincia santeña.