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María anhela una vida mejor, por eso quiere dejar las calles.Emilia Zeballos

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Emilia Zeballos - DIAaDIA

Solo quiere algo para comer. Sentada en un par de hojas de periódicos, en Calidonia estaba María Ginguimia con un vaso desechable en su mano, pidiendo dinero para saciar su hambre.

Oriunda de Darién, esta mujer de rasgos indígenas, de 63 años, relató a DIAaDIA, que desde que llegó a la ciudad capital ha pasado muchas carencias.

Día tras día se ubica por el supermercado 99, donde pide a los transeúntes un poco de ayuda para paliar su triste situación.

“Me da pena, pero es lo único que sé hacer. No sé leer ni escribir y a mi edad ya es difícil conseguir un trabajo”, expresó con tono triste. Ella vino a pasar unos días con su nieta en Curundú, pero con el pasar del tiempo, se ha tenido que someter a esta lamentable situación.

"Mi nieta me ayuda cuando puede, sin embargo, anhelo regresar a mi pueblo en Maje Chimán, donde está mi hijo", expresó emocionada.

Su marido falleció hace cinco años y desde ese momento ha vivido esta cruda realidad. “No soy jubilada, ni mucho menos pensionada, yo vivo de lo que me dan las personas y con esto compro mi comida y mis medicinas, gracias a Dios”.

Arroz, harina, azúcar, todo lo que sea comida es lo que esta mujer pide, ya que los alimentos están caros y ella no tiene la facilidad para comprarlos, y por su avanzada edad, necesita una alimentación adecuada.

Aunque María ha sido golpeada por la vida, todavía le sonríe al futuro, porque mantiene viva su fe y esperanza de volver al suelo que la vio nacer.

 
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