
Las palabras tienen poder, permiten la organización del pensamiento e influyen enormemente elementos como el timbre de voz, tono, intensidad y prosodia del mensaje.
Los gritos y las explosiones pueden conseguir disciplina, pero también pueden causar heridas profundas en la autoestima de los niños. Se tiende a creer que el maltrato solo se refiere a la violencia física, sin embargo hay otras manifestaciones de maltrato que pueden llegar a ser comunes en las prácticas de crianza de los padres.
El abuso verbal es la forma más común del “maltrato emocional”; es el tipo de abuso más disimulado y aceptado por la sociedad.
Muchas veces los padres no se percatan de lo que dicen y dejan salir sus "garras" por la lengua. Frases como "Eres estúpido", "Ojalá nunca hubieras nacido", o "no te metas con mis cosas", solo insultan, menosprecian a los pequeños y les hacen crear una imagen negativa de sí mismos. En razón de eso, el niño puede mostrar dificultad para relacionarse con los demás, sacar malas notas en el colegio, mojarse en la cama o adquirir costumbres de chuparse el dedo, etc. Eso, sin hablar de lo vulnerable que puede convertirse frente a otros tipos de abuso.
Presentan
Deterioro en su desarrollo psicomotor
Mal estado nutricional
Se enferman más
Son más inseguros y les cuesta adaptarse al medio social que los rodea, ya sea en el jardín, la escuela, el barrio.
Presentan menor desarrollo cognitivo y dificultades de aprendizaje y rendimiento escolar
Señales
Hay conductas maltratadoras como el chantaje, la ridiculización, la amenaza, y otras, que llegan a tener nefastas consecuencias sobre el desarrollo de los niños.
Entre los signos, están las señales físicas repetidas (moretones, rasguños, quemaduras…); cansancio o apatía permanente (se suele dormir en clases); cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente; conductas agresivas y/o rabietas severas y persistentes; relaciones hostiles y distantes; conducta agresiva, rebelde o en extremo sumisa; trastornos de desarrollo, especialmente en el área del lenguaje; alto ausentismo escolar; niños solos, con falta de supervisión de adultos.
Es importante identificar la existencia del problema; asumir que nadie es perfecto, confiar en los especialistas, elaborar un plan para mejorar, escuchar y fomentar la comunicación.