
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
El equipo cubano estuvo intratable a la ofensiva.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
El equipo cubano estuvo intratable a la ofensiva.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
El equipo cubano estuvo intratable a la ofensiva.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
El equipo cubano estuvo intratable a la ofensiva.
Foto: Levi Cruz
Erisbel Arruebarruena (derecha) pegó un “grand slam”.
Foto: Levi Cruz
El equipo cubano estuvo intratable a la ofensiva.
Foto: Levi Cruz
Frederich Cepeda abrió la fiesta cubana en la primera entrada al despachar un cuadrangular productor de dos anotaciones. El batazo espeluznante de Cepeda, que fue a dar al techo de una casa ubicada detrás del jardín derecho, anunciaba el principio del fin para la novena australiana, incapaz de descifrar los envíos de Freddy Álvarez, quien lanzó fuego desde el montículo en un calurosa tarde que invitaba a la afición a refugiarse en las escazas sombras que se dibujaban en el estadio.
En el cuarto episodio, Erisbel Arruebarruena haría pagar al lanzador Dusan Ruzic al conectarle un cuadrangular con bases llenas para colocar un preocupante 6-0 en la pizarra. Cuba no bajaría la guardia, y seguiría haciendo gala de su poderosa y temible ofensiva.
Héctor Olivera, en el cuarto capítulo, con un hombre en las almohadillas, y Yuliesky Gourriel, en el quinto episodio y con uno en base, echaron la pelota afuera para ampliar la ventaja (10-0) y darle un contundente golpe moral al equipo de Oceanía.
Luego, los caribeños necesitaron de una cuota de imparables más para dejar a los australianos “moribundos” (14-0). En la baja del séptimo se decretó el doloroso nocaut.
Cada “hit” del equipo dirigido por Alfonso Urquiola era aplaudido por una fanaticada evidentemente volcada a favor de los caribeños, encomiados y vitoreados en todo momento.