Un pequeñín, cuya edad no sobrepasa los ocho años, diariamente expone su vida entre los autos que circulan por la Avenida 12 de Octubre. Mientras su cuerpecito se escurre entre un auto y otro apenas la luz del semáforo se pone en rojo, él ofrece a los conductores maní a un valor de 0.25, y sin supervisión adulta.
Ojalá las autoridades de Niñez tomen cartas en esto.