Mi abuela naci� un a�o despu�s de la inauguraci�n del Canal de Panam�. Era una ni�a cuando en la primera mitad del siglo XX vio surcar en los cielos las primeras naves a�reas. Aterrorizados, sus familiares y dem�s habitantes de un remoto pueblito montijano, en Veraguas, salieron en procesi�n, llevando cruces, porque cre�an que era el fin del mundo. Desconoc�an que aquello marcaba apenas el inicio de la era de la aviaci�n.
Esta mujer, que ha vivido casi un siglo, ha sido testigo de la evoluci�n tecnol�gica, sin tener acceso a la mayor�a. Creci� con el primitivo �trueque� , el uso de moneditas de cuartillo, la incursi�n de los primeros televisores en blanco y negro, la fotocopiadora, la computadora, la videograbadora, el Internet y el celular.
Aunque su cuerpo se resiste a seguir, su mente mantiene claros los recuerdos.. Relata que eran pocas las familias que pose�an un televisor, por lo que las personas se reun�an en aquellas casas donde hab�a uno. Ahora, en cambio, cada persona posee una televisi�n en su habitaci�n, separando a la familia.
En el ocaso de su vida, mi abuela desconoce los �ltimos avances tecnol�gicos que adem�s de acortar distancias y facilitar nuestras tareas, tambi�n dominan nuestras vidas. Ni se imagina que existe un diminuto aparato de m�ltiples funciones, llamado celular que permite comunicarnos de manera inmediata, mediante llamadas, correos y chateos, tambi�n escuchar m�sica, ver videos, fotografiar y filmar.
Se sorprender�a saber que casi las familias no se re�nen a comer ni a conversar y que desde el m�s chiquito de la casa hasta el m�s adulto casi no hablan por estar pegados al BlackBerry.
Prefiero dejarla sumergida en sus recuerdos de las radionovelas que la hac�an so�ar, de lo simple que era la vida, de la la paz que se respiraba en aquella �poca; del respeto que imperaba hacia los adultos, sobre todo hacia los padres, que tan solo con una mirada los alejaban o callaban cuando llegaba una visita. Qu� distintos eran aquellos tiempos...