Un millonario promueve una fiesta en una de sus mansiones, y en determinado momento para la música y mirando hacia la piscina donde criaba cocodrilos australianos, dice:
El que logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis autos... ¿Alguien se atreve?
Espantados, los invitados permanecen en silencio y el millonario insiste: El que se lance a la piscina, logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis autos y mis aviones... ¿Alguien se atreve?
El silencio impera y una vez más, ofrece: El que se lance a la piscina, logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis autos, mis aviones y mis mansiones.
En este momento, alguien salta a la piscina. La escena es impresionante. Una lucha intensa, el hombre se defiende como puede, agarra la boca de los cocodrilos con pies y manos, tuerce la cola de los reptiles... ¡ DIOS MÍO...! Mucha violencia y emoción. Después de algunos minutos de terror y pánico, sale el valiente hombre, lleno de arañazos, hematomas y casi muerto.
El millonario lo felicita y le pregunta: ¿Dónde quiere que le entregue los autos, los aviones y las mansiones?
Gracias pero no quiero sus autos, sus aviones ni sus mansiones.
Impresionado, el millonario pregunta: Pero, ¿qué quiere entonces?
Y el hombre le respondió: ¡Encontrar al condenado que me empujó a la piscina!
Moraleja: Somos capaces de realizar muchas cosas, pero a veces necesitamos un empujoncito de un "condenado" para saber que lo podemos hacer.
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