Tiempo sin saber de usted, fueron las palabras que utilicé para iniciar un diálogo con una señora a la que respeto mucho. En el desarrollo de este conversatorio, le pregunté por sus hijos, esta pregunta provocó en su rostro cambios significativos rápidamente: me dijo que su hijo de 16 años se había salido de la escuela para trabajar en un empresa.
Mientras ella me seguía comentando sobre esta situación, recordaba toda esa experiencia que tuve en el IV encuentro internacional contra el trabajo infantil desarrollado en nuestro país. Este es un tema que debe ser de prioridad para la sociedad, pues así como este adolescente que dejó sus estudios para trabajar, hay muchos más en nuestras comunidades.
Ahora pensemos un momento en la realidad: ¿qué estimula a un niño, niña o adolescente (NNA) a trabajar a temprana edad? Los factores pueden ser muchos, pero cada uno de ellos violenta el derecho que tienen los NNA de crecer en un ambiente seguro donde puedan jugar, estudiar, participar y, sobre todo, de ser escuchados.
Los reportes de la Unicef indican que alrededor de 346 millones de NNA son sujetos de explotación infantil en el planeta, ¿cuántos habrá en nuestro país? Ahora, no quiero decir que no se está haciendo nada, hay organizaciones no gubernamentales que están haciendo un gran trabajo y manejan cifras muy significativas, pero el factor económico no les permite llegar a más lugares.
Cada vez que el NNA abandona la escuela para trabajar, como sociedad perdemos todos. Panamá está comprometido como Estado a haber erradicado al 2015 las peores formas del trabajo infantil y al 2020 que el Istmo sea un país libre.
Por eso recomiendo que en cada comunidad haya un equipo interdisciplinario que desarrolle actividades para mantener a los NNA en las escuelas, de igual forma, integrar a los padres, pues esto nos ayudará a saber si estamos cumpliendo con las metas.