
Nicolás y su familia necesitan el apoyo de la comunidad y las autoridades.
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La violencia no solo impacta al instante, sino también deja secuelas a su paso. Eso lo puede decir el transportista Nicolás Araúz, quien quedó ciego y con problemas de movilidad en su brazo y pierna izquierda, al ser víctima de la violencia que se vive en Costa Rica.
Tras haber recibido un tiro en la cabeza, Nicolás ahora depende de la ayuda que le dan su esposa y familiares más cercanos para movilizarse dentro de su casa, ubicada en la barriada 16 de Diciembre, en el corregimiento de Pedregal, en David, y para transportarse hasta el hospital Rafael Hernández a recibir terapia para su brazo y pierna izquierda.
El transportista confesó que jamás se imaginó que a sus 46 años de vida quedaría dependiendo de otras personas y movilizándose en una silla de ruedas, que es prestada.
Agregó, “yo necesito de la ayuda de las personas para poder cubrir los costos de transporte y recibir mis terapias, como también para cubrir mis necesidades básicas, entre ellas la alimentación”.
Nicolás aseguró que su esposa Norma ahora no puede trabajar por atenderlo a él en casa, que solo una hija de 22 años está laborando y el salario no le da para cubrir tantas necesidades en el hogar.
La vivienda de este transportista no está terminada y duerme en la sala de la misma, en una cama, que si bien le brinda comodidad, no es la más adecuada por su discapacidad.
Para Norma Castillo, esposa de Nicolás, “la vida de la familia ha dado un giro de 180 grados, debido a que mi esposo era el pilar de ella. Después de ser un hombre dinámico y trabajador, ahora es una persona que depende de la ayuda que le podemos brindar”.
Recordó que ella pasó 24 días en el hospital México en Costa Rica, donde su esposo estuvo grave y se salvó de morir a consecuencia de la herida en la cara.
“Él se moviliza en una silla de ruedas, pero es prestada y la persona que la facilitó la necesita, por lo que nos urge lograr que alguien pueda donarle una silla para movilizarlo”, señaló.
Por su parte, Luis Espinoza, vecino y amigo de la familia, dijo que no es justo que a consecuencia de la violencia que no tiene fronteras, personas luchadoras y trabajadoras como Nicolás Araúz queden discapacitadas y a la espera de la ayuda que puedan recibir.