Clara Tello es un amor de persona. (Foto: EDUARDO SOTO P. / EPASA)
Eduardo Soto P.
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Clara Cedeño Tello viuda de Saavedra, tiene ciento cuatro años y todavía baila. Lo hace despacito, dando un paso a la vez, y quien la mira puede pensar que con miedo. Como si estuviera sobre una cuerda, y ella fuera equilibrista.
Bailó por menos de un minuto y cuando se sentó lo hizo jadeando las siguientes palabras: "niña, ese muchacho me ha despeinado toda y me dejó sudando" (Risas de todos y de todas).
Tal vez ese fue el momento central de la fiesta de cumpleaños de la Tía Clara, que es como la conocen en el pueblo de Llano Bonito, en Chitré. Ahí ha vivido siempre.
Desde el portal de su antigua casona vio cómo el país que tanto quiere fue cambiando de piel. Pero también desde ahí vio crecer la sobrinera, porque la Tía no tuvo hijos, pero crió muchos.
Le hicieron una fiesta en la que abundó el tamborito, el violín de Alirio Afú y la danza folclórica que los niños de la escuela Evelio Dolores Carrizo derramaron en la calle frente a la casa, bajo el rocío de la noche.
El niño Ángel Rodríguez se viste de diablico sucio y durante los últimos cuatro años ha bailado para ella.
Es un bálsamo que la calma, dice la Tía Clara. Las castañuelas, el cuero de las cutarras azotando el suelo, los gemidos detrás de la máscara del niño-diablo-Ángel.
Todos aplauden y no pueden creer que ese chiquillo sepa tanto y tan bien.
En un rincón medio iluminado, a pesar del calor que se pudo conjurar con aguardiente y un ponche dulzón, los "muchachos" del conjunto no pararon de tocar.
A la medianoche, cuando inusualmente ella seguía despierta, el cielo de Llano Bonito se iluminó con racimos de fuegos artificiales, con todos los colores y todos los retumbos.
Ella levantó la mirada y, extasiada, tal vez recordaba algún carnaval, alguna parranda de camisilla y sombrero fino, de las muchas que la tuvieron como protagonista cuando todavía no tenía los cabellos de plata.
Mientras las luces se rompían en miles de flores y espumas en el cielo, a Tía Clara se le salió una lágrima.