
Tiene sus clientes frecuentes.
La amabilidad lo caracteriza con sus clientes.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Tiene sus clientes frecuentes.
La amabilidad lo caracteriza con sus clientes.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Tiene sus clientes frecuentes.
La amabilidad lo caracteriza con sus clientes.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Tiene sus clientes frecuentes.
La amabilidad lo caracteriza con sus clientes.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Tiene sus clientes frecuentes.
La amabilidad lo caracteriza con sus clientes.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Según este raspadero, él comenzó su negocio cobrando un medio cuartillo por raspao, que hoy en día sería equivalente a dos centésimos y medio.
Aguilar ha visto crecer niños que hoy en día son abogados o grandes profesionales y que todavía le compran sus deliciosos raspaos en donde lo topen.
El trabajo no denigra
Este humilde hombre ha sacado adelante a sus tres hijos y ahora todos son profesionales, porque entre sus enseñanzas de padre siempre les inculcó trabajar y superarse, porque cada día el costo de la vida aumentaba y él como padre quería un futuro mejor para ellos.
Este panameño trabajador empieza su labor a las 10:00 a.m. en la Escuela de Venezuela y en horas de la tarde se traslada al Parque Porras, en donde tiene sus clientes hasta las 6:00 p.m.
Para el señor Víctor lo más importante en su trabajo es la presentación que él le pueda dar a su producto, es por eso por lo que él tiene todos sus carnés de salud al día.
Según este raspadero, no todos los días son buenos, porque la temporada lluviosa es la más difícil en el negocio, ya que hay días en que no puede salir a trabajar por la lluvia.
Para él no hay nada imposible, por lo que desde muy temprano se levanta a preparar sus siropes para que durante todo el día de venta tenga suficientes sabores para sus clientes.