Especiales. Así son. Pueden pasarse horas y horas pegados al celular, a la computadora o la TV. Estar en la discoteca, en casa de sus amigos o sencillamente encerrados en su cuarto durmiendo a pierna suelta.
Pareciera que les gusta llevar la contraria, que todo lo que los adultos dicen les parece mal o desentona con sus intereses.
¡Líbrenos Dios a los adultos si los contradecimos! Más aún si es frente a sus amigos. Y qué decir si los ridiculizamos. Entramos en la lista negra por buen tiempo.
Este grupo especial, los adolescentes, están en una etapa de la vida en que lo que menos necesitan es que los estén criticando, señalando o imponiéndoles conductas.
Según la psicóloga Celia Morales, buenas dosis de "comprensión, escucha empática, paciencia y orientación" hacia ellos es lo que más necesitan, mientras se trata de entender y adaptarse a los cambios físicos que sufren. Y a esas emociones encontradas.
Ganar espacio les preocupa un mundo. E independencia. Quieren hacerse oír.
Para "ganarse" al adolescente, es importante, a juicio de la especialista en la mente, que el adulto no sólo "hable su mismo lenguaje", sino también que sin ser inflexible y autoritario con él, se le discipline con amor y se le escuche sus razones. Se muestre interés por lo que a él le importa.
"Mientras menos se le escuche y más impositivo sea el adulto con él, más rebelde se tornará".
Tampoco se les puede dejar a la deriva, a su libre albedrío. Sin normas. Sin que se percaten de que los derechos van acompañados de deberes.
Pero, hay que ganarse su confianza. Esto se trabaja desde la niñez, para que a la hora que tengan dudas y problemas recurran a los padres y no a otros, que pudieran aconsejarlos mal.
Para reafirmar su yo, es normal que el adolescente tienda a oponerse a figuras de autoridad.
Recuerde que para mantener la rebeldía en estadios soportables y manejables, el adulto ha de evitar golpearlo, maltratarlo, insultarlo, ridiculizarlo, rechazarlo o descalificarlo. Recordar que le molesta que lo traten como niño, pero con su conducta pide atención, tiempo, que lo escuchen, orientación. Quiere hacer lo que quiere y a su estilo. Tiene muchas dudas sobre sí, su relación con sus iguales y temores por los retos que deberá enfrentar. Pero, sabe que quiere independencia.
Eso sí, suele confundir ese deseo de libertad con libertinaje si no se le ponen límites.
Estar en sintonía con él implica entenderlo, escucharlo, guiarlo, tomar en cuenta lo que piensa, siente, anhela.
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