Sus pacientes son todo en su vida. (Foto: AGUSTÍN JOSÉ HERRERRA / EPASSA)
Yanelis Domínguez
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Nunca cambiaría su profesión. Durante su niñez, Raquel Aranda de Rivera pasaba sus días admirando la labor que realizaban sus hermanos mayores, quienes pertenecían a la Cruz Roja. Allí sintió la necesidad de servir en alguna profesión que pudiera ayudar a los demás.
SUS PRIMEROS PASOS
Ella siempre pensó que sería doctora, pero al ingresar a la universidad se encontró con su verdadera profesión: la enfermería. Al graduarse, sus primeros días los pasó en el Hospital Santo Tomás. A sus 24 años, se vio rodeada de 54 pacientes a los que tendría que brindarle una buena atención, ante esto, ella decide ágilmente en comprar un libro de medicina y cirugías. Cada vez que tenía que enfrentarse a algún problema se ponía estudiar su libro para conocer mejor, lo que estaba tratando así su incertidumbre desaparecía. De allí, pasó un año en Hospital Hogar de la Esperanza, en Veracruz, y luego en el Complejo de la Caja de Seguro Social durante 17 años, después de tanta trayectoria hoy es jefa de enfermeras de la Sala de Cuidados Intensivos del Hospital de Especialidades Pediátricas. Durante sus funciones, lo más difícil es tener que decirle a alguien que su familiar no sobrevivirá, pero sabe que una palabra de aliento donde Dios esté presente ayudará.
ANECDOTAS DE UNA ENFERMERA
En su larga trayectoria, recuerda a dos personas: el primero fue un paciente de apellido Taylor, que cada vez que ella se le acercaba con un vasito de agua y sus medicinas este le decía: "Enfermera, tanta agua en el Río Chagres y usted me trae este poquito". Siempre lo recuerda, otro es un recién nacido que presentó problemas y una vez que estaba cansada se acercó a él y le dijo: "Bebé dame una sonrisa y el niño lo hizo acción que la lleno de fuerzas para seguir, desde ese momento el bebé solo se rió por ella".
TRIUNFADORA
En sus 25 años, siempre ha tenido que enfrentarse una dura situación, pero ha salido vencedora.