
Lo que para otros es basura, para ellos representa el pan de cada día, aunque su inicios fueron lentos y medidos. Primero compraron unas pocas prendas de ropa usadas para vender, de allí expandieron sus ideales y empezaron a comprar cartones, papel y cobre para luego revender.
Un trabajo arduo
Según explicaron, el proceso no es tan fácil como se ve, pues luego de que las personas les hacen llegar los artículos, tienen que ponerse a limpiarlos y seleccionarlos, lo que lleva un tiempo considerable, además del dinero que tienen que pagar por el transporte para llevar estos artículos al lugar donde exportan el material que ellos llevan.
Con este trabajo salieron adelante y sus hijos fueron educados, ahora les dan el ejemplo a sus nietos de trabajar honradamente y de no apenarse por lo que se haga para subsistir después que sea legal.
Obstáculos
Fue en 1990 cuando se establecieron en Brooklyncito, donde las personas que por allí caminan les dicen que la imagen que proyectan es fea, pero María aduce que son muy ordenados y su área siempre está limpia e incluso las autoridades los han querido sacar, pero nunca les encuentran nada mal o indebido.
María Irene tiene la esperanza de que en algún momento pueda tener más puestos de reciclaje que ayuden a proteger el ambiente y a su progreso personal.