Una vez, cuando me sentía una basura, que nadie me quería, que no servía para nada, una amiga se acercó a mí para revelarme una gran enseñanza.

Me dijo que cuando éramos niños, nos enseñaron a atarnos los zapatos y a montar bicicleta, a limpiarnos la nariz y a leer un libro. Pero no nos enseñaron el complicado arte de gobernar nuestras emociones.

"La información es tu mejor arma contra la depresión", me dijo. Aprende todo lo que puedas acerca de sus causas, tipos, tratamientos, aclaró.

Explicó que la depresión es una enfermedad del cuerpo, de la mente y del espíritu. Para tratarla, hay que considerar todo el conjunto. ¿Dónde está tu mal? Pregúntate cómo puedes curar esa parte de tu vida.

Me enseñó que a veces parecerá que está lloviendo sobre mí; pero no, lo que pasa es, sencillamente, que está lloviendo. "Mira el panorama con mayor amplitud, y permanece dispuesto a reorganizar tu actitud", me dijo.

No permitas que tu vida se abarrote de "es preciso", " es necesario" y "hay que". Puedes elegir. Deja que tus valores y prioridades modelen tu vida diaria.

Tratar de conseguir siempre un éxito mayor, más realizaciones, es sobrestimar tu grandeza. Eres grande precisamente porque eres tú, y no por lo que puedes hacer.

Es bueno que seas tú. Efectivamente, tú eres la única persona que tú puedes ser.

Ama el "tú" que eres. Cree en ti mismo, reconoce tu propio valor.