Era la tarde de un cálido sábado, cuando las garras del abuso sexual tocaron a María, una niña de 10 años, que por temor a la reacción de su madre cayó por mucho tiempo, hoy tiene 20.
Su testimonio fue crudo, ella relató que su vecino abusó mientras su hermano jugaba nintendo en otra habitación.
"A mí me daba miedo, yo miraba a mi hermano mayor por un vidrio que había para decirle, ayúdame a salir, pero no, él seguía jugando", dijo entre sollozos la joven.
A su verdugo, le fue fácil entrar a su casa y maquillar la situación, era el hombre de confianza de la familia y, en ocasiones, se quedó a dormir mientras sus padres salían de fiesta.
Como esta triste realidad, hay muchas que se quedan sin su justicia por el temor de la familia o conflictos sentimentales o económicos, el victimario casi siempre es allegado.
SUBEN SILENCIOSAMENTE
Aunque no existen cifras exactas de los delitos sexuales en nuestro país, el psiquiatra Alejandro Pérez destaca que de acuerdo con consideraciones clínicas, éstos ocupan el segundo puesto, sólo superado por la violencia doméstica hasta con violencia.
Entre los delitos sexuales, para él, los actos libidinosos son los de mayor incidencia. El Código Penal define este delito como quien sin la finalidad de lograr acceso carnal, ejecuta actos libidinosos en perjuicio a personas de uno u otro sexo o cuando la víctima no ha cumplido los 14 años o pudiera resistir.
La prisión es de 3 a 6 años, pero también está la violación carnal, intento de violación carnal, estupro, rapto, corrupción, proxenetismo, pornografía infantil, turismo sexual, trata sexual,
Ana Cajar, jefa de la división de delitos sexuales de la PTJ, destacó que en su institución hay un reporte mayor de violaciones, luego de actos libidinosos; sin embargo, las estadísticas son sólo un indicativo.
Esto podría ser diferente, porque aunque entran a la institución como violaciones, luego las investigaciones los encajan en otros delitos.
Aunque la mayoría de las víctimas de violación son niños, niñas, adolescentes y mujeres, para Cajar, en el caso de los infantes, si de los casos que llegan todos fueran violados, los hospitales no se dieran abasto, con respecto al daño físico.
LLEVA LA BANDERA
Pérez explicó que todos los grupos sociales son susceptibles de sufrir un delito sexual, pero se destacan los niños y niñas menores de 10 años y las adolescentes, generalmente por el novio.
En estos casos, el delito más que penetración, es de "tacar" o "actos libidinosos", donde el victimario no usa violencia, sino el convencimiento (menores de 5 años) o amenaza (mayores de 5 años) hasta de muerte, pero de sus hermanitos y la madre.
SEñALES
"Debemos parar las antenas" de que la sociedad se nos está quebrando y hay problemas de conducta sexual que no estamos resolviendo de forma objetiva.
¿QUE PASA?
Es una mezcla de factores sociales negativos, para que los individuos estén perdiendo la credibilidad, la solidaridad social, asuman conductas disociales y la violencia en general.
El especialista recomienda programas de educación sexual en las escuelas, pese a la fuerte oposición de la iglesia, ya que ayuda a que los menos de edad tengan una base científica para tomar decisiones.
INFLUENCIA
Pérez no considera que el medio de comunicación produzca que el individuo cometa un delito, "todos vemos las mismas cosas y no todos somos delincuentes".
Por el contrario, no tenemos una base de educación, moral y ética para saber qué es correcto y qué no.
La pornografía tiene un estímulo neutro, pero sí tenemos grupos de victimarios que tienen una parafilia conocida como paidofilia; es decir, trastorno de la orientación sexual y se excitan con menores de edad y utilizan el comercio.
SIN ROSTRO
No hay que buscar un perfil de violador, ni físico, ni de conduta, puede ser cualquiera, hasta el que va a misa todos los días. Hay que tener cuidado de que los padres no sepan quiénes son las amistades de sus hijos o hijas.
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