Nos sentimos mal cuando una prolongada sequ�a exige racionar el agua. Hay un racionamiento peor: racionar el amor.
Se hace el mal cuando se deja de hacer el bien: el amor que no se da, el di�logo que se evita, las caricias que se niegan, el est�mulo no brindado, los bienes no compartidos.
No raciones el cari�o, no seas avaro con el afecto. El amor es un tesoro que crece cuando se ofrece.
Una feliz paradoja: m�s amor tienes cuanto m�s amor brindas; siempre recibes m�s de lo que das.
Es l�gico que se ahorre agua cuando escasea, pero es absurdo que amemos a cuentagotas cuando la capacidad es ilimitada.
Una misi�n te reclama y espera lo mejor de ti: calmar la sed de ternura y comprensi�n de tantos desconocidos que pueden ser tus amigos.
An�mate a compartir y no seas de aquellos que se mueren sin estrenar tantos talentos recibidos.
S� generoso en el perd�n, dadivoso en el afecto, desinteresado en el servicio.
No es pecado despilfarrar el amor, lo malo es racionarlo.