Chicago es el musical que está dando de qué hablar sobre las tablas del Teatro en Círculo.
Para Bruce Quinn, director de este espectáculo, la obra cuenta con elementos como buena música, oportunidad de baile y actuación en diferentes papeles, además de no ser complicada a la hora de montarla, porque se basa en un orden.
"La primera vez que lo vi no estuve interesado. Fue hace como 30 años atrás, pero vi la película y decidí buscar los derechos. Fue muy difícil porque los tienen en Nueva York y no querían cederlos", asegura Quinn.
Después de las gestiones, la actriz Luba Mason logró adquirir la posibilidad de traerlo a Panamá, pero con algunos inconvenientes. "No podía presentar la misma obra que se encuentra en Broadway o Londres", aseguró.
Lo primero fue diseñar una nueva escenografía y coreografía.
"Diseñé una escenografía parecida a la que vi en Brodway en 1985", mencionó Bruce.
DESAFIO SOBRE LAS TABLAS
El conocido anticristo de "Bailando por un sueño", Ricardo Moreno, fue uno de los encargados de crear la nueva coreografía.
"Me tocó ver muchos vídeos en You Tobe, vi unos trabajos que estaban basados en el show original y con eso en mente, me tardé varios días tratando de encontrar qué hacer para superar las expectativas que se tiene con la película", indicó Moreno.
Para la coreografía inicial de Roxie Romero, dijo que le tocó ver vídeos de bailes tailandeses para esculpir movimientos de brazos, que podrás ver, si te colocas en el centro del teatro, además de incluir danzas acrobáticas dentro del musical.
Con la experiencia de otros musicales, Moreno afirmó que "este musical tiene una magia que no tienen otros. Un poco de morbosidad, elemento de sensualidad o sexualidad; porque todo lo morboso, desgraciadamente, siempre atrae. Esta connotación hace la obra atractiva y creo que Chicago brinda la oportunidad a los bailarines de incursionar en el área del canto y la actuación, que usualmente no tiene en otros musicales.
Lo más difícil a la hora de hacer este musical, y en esto coincide Ricardo Moreno y Melina Samaniego, es la falta de tiempo.
"La realidad del artista es muy difícil, porque uno tiene que trabajar en otras cosas y a veces el bailarín panameño debe tener cuatro a cinco trabajos para subsistir. No sólo baila, sino que tiene que dar clases y estudiar. Coincidir todos en el horario y en un mismo lugar 12 personas, para que todos se muevan al mismo tiempo, fue difícil", contó Moreno.
Para Samaniego este es el trabajo número 20 con Bruce Quinn, porque lo que pudo hacer una diferencia con los trabajos anteriores.
"Ha sido diferente porque ha sido inconstante, porque se han añadido los personajes poco a poco. Uno de los actores principales venía de España, que era Leontes Bordanea; con Victoria Greco hubo inconvenientes, ella estuvo participando en otra obra. Además, fue difícil conseguir bailarines que tuvieran tiempo disponible y por ello llegaban un grupo de actores se aprendían las cosas, luego aparecían otros y la situación se repetía", señala.
Samaniego también dijo que "Chicago es una obra que siempre quise hacer toda mi vida. Para mí era un honor representar la coreografía, pero cuando me dijeron que no podía hacerla, fue un shock. Es como hacer el Cascanueces o el Lago de los Cisnes diferente, porque este es un clásico, pero entre los dos hacemos un trabajo del que podemos estar orgullosos, sin quebrar ninguna regla".
UN MENSAJE
"Esta es una obra que nos habla de corrupción. Una obra en la que estamos examinando la cultura que estamos viviendo, de violencia. Esto es para poner un espejo frente a la cara del pueblo panameño, porque no hay mucha diferencia en el mensaje de esta obra, aseguró Quinn.
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