Emprendedoras. Desde muy temprano, Gesabé Padilla, de 40 años, y su hija Yailin Alveo se ganan la vida en un pequeño puesto de madera, ubicado en Calle 27, Calidonia, donde venden toda clase de legumbres.

Aunque son conscientes de que el puesto no les pertenece y que sus ganancias dependerán de cómo se mueva el negocio, se sienten satisfechas de que al menos tienen un trabajo estable.

La faena de las dos mujeres empieza a las 5:00 a.m., hora en que se levantan para dejar todo listo en sus hogares y estar a las 7:00 a.m. en su local.

Lo que más les agrada es que con lo poco que ganan pagan la luz, el agua, el teléfono de su casa y, lo más importante, que le pueden ofrecer una educación a sus hijos.

Por su trato amable con los clientes y por darle la oportunidad que escojan los productos que quieran llevar, el negocio siempre está lleno, aunque reconocieron que lo único que no pueden dar es "ñapa", porque la situación está muy difícil.

Aunque parezca un trabajo sencillo, no lo es, ya que deben estar todo el día de pie bajo un agobiante sol, pero cuando cae la lluvia deben buscar refugio debajo de las marquesinas de los almacenes.

Por lo poco que ganan admitieron que no pueden darse el lujo de comprarse todo lo que les gusta como: ropa, zapatillas, ya que todo el real que consiguen es para comprar lo básico para vivir.

A pesar de esta limitación no dejan de soñar, por eso no dudan en que algún día tendrán su propio negocio, en donde puedan obtener mayores dividendos y así poder darse todos esos lujos que siempre han deseado.

Por el momento, se sienten agradecidas con Dios de que están saludables y con trabajo, pese a las adversidades nunca falta un plato de comida o un pedazo de pan para sus hijos.

MERCADO

Cuando pueden, van al Mercado de Abastos a comprar las legumbres y verduras.