Amigos, pero se sienten olvidados

Milagros Murillo F. | DIAaDIA

Están alejados. Llegar hasta su casa es toda una odisea y no hay mucho qué comer. Un frío fogón y las pocas pertenencias de su casa denotan la extrema pobreza que los invade. Pero su amistad ha sido más fuerte que las adversidades.

Así pasan los días de Virgilio Valdés, de 64 años, e Iván Samuel Santos, de 15. Ellos residen en una pequeña casa, ubicada en la cima de una montaña en el sector conocido como Santa Librada Rural.

Virgilio y Samuel no son familia, pero hace dos meses se han convertido en padre e hijo. Virgilio es oriundo de Tolé, en Chiriquí. Él nunca tuvo hijos y desde hace 12 años vive solo en esa comunidad.

SU DIARIO VIVIR

Él tiene una sonda puesta hace seis meses, pues padece de problemas con los riñones. Esto ha ocasionado que no pueda trabajar, pero a pesar de ello, Virgilio suele sembrar yuca y plátanos para tener algo qué comer y ahora tiene unas cuantas gallinas. Además, algunos vecinos le dan de comer.

AYUDA MUTUA

Iván es el ahijado de una vecina del señor Virgilio y es oriundo de La Arena en Veraguas.

Cuentan que llegó a la capital gracias a un señor que al ver las condiciones de pobreza en que vivía, decidió traérselo. Luego pasó a vivir a casa de la señora Generosa Camarena de Rodríguez, quien lo bautizó y lo tuvo viviendo en su casa desde que tenía cuatro años. Posteriormente, ingresó a la escuela, pero al no tener la facilidad económica tuvo que retirarlo.

Iván sólo cursó hasta cuarto grado y ahora está en la casa de Virgilio acompañándolo y ayudándolo con su enfermedad.

La mamá de Iván murió hace aproximadamente cinco años y su papá vive en Veraguas con las hermanas. Sin embargo, Ivancito no puede estar allá, porque no hay qué comer.

"Allá uno pasa hambre. Acá, gracias a Dios, conseguimos algo de comer", dijo.

EXTRAñA ENFERMEDAD

Un día en la vida de Virgilio e Iván suele ser maratónico. Por si fuera poco, hace casi un año Iván sufre de ataques que se presumen sean epilépticos, pero como no tienen dinero no lo han podido llevar al médico y, por ende, no toma medicamentos para su control.

Este joven contó que han sido varios los ataques que le han dado. Explicó que esos males le empiezan con una sensación de debilidad: "El corazón me late rápido y me tiembla la mano, luego, las convulsiones, hasta que pierdo el conocimiento". Al despertarse le da un fuerte dolor de cabeza y ganas de vomitar.

HAY TEMOR

Virgilio dijo que ellos viven con miedo, pues los ataques de Iván cada vez son más seguidos. Hay veces en que él está solo y eso es peligroso. Incluso, una vez le dio en el pozo cuando estaba buscando agua. "Tengo miedo de que un día le dé y yo no me entere y se caiga por ahí", afirmó su protector.

AYUDA

La casa de Virgilio es de zinc y se está cayendo. Cuando llueve todo se moja. Ellos necesitan comida.

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