Psicología

Promover la salud mental


Zoraida Costarelos / Estudiante de Psicología - Universidad de Panamá -

Cuando niños y adolescentes mantienen una adecuada relación con ellos mismos, se observa a una persona que se siente satisfecha con su forma de ser y su aspecto físico, pues ha construido autoestima, tolera sus fracasos y es capaz de trazarse metas alcanzables.

La salud mental se observa en la relación con los demás cuando la persona logra ser tolerante con las dificultades de los otros, no depende de otra persona para obtener su felicidad, no manipula a los demás ni permite ser utilizado por los otros, es decir, logra poner límites claros y precisos. La forma en que responde a las situaciones de la vida permite ver el grado de ansiedad y la capacidad de controlar las reacciones. Si hay salud mental, la persona no vive angustiada por el futuro o por el pasado, solo vive las circunstancias según van llegando y afronta los problemas sin temores. Tampoco culpa a la suerte o a las circunstancias adversas de la vida de sus fracasos.

Los aspectos mencionados podrían orientar a los acompañantes de niños, niñas y adolescentes en la crianza para evaluar la salud mental en la niñez y la adolescencia. Pero cuando se busca una respuesta ante la conducta de un sujeto de crianza, hay que dirigir primero la pregunta a los adultos acompañantes: ¿cómo está su salud mental?

 

Tranquilizarlos

Desde que el niño o niña nace se le debe hablar para tranquilizarlo, haciéndole sentir que se le comprende y se sabe el motivo de su llanto.

Por el contrario, si el adulto está ansioso y no se comunica con quien llora, el llanto será cada vez más frecuente.

 

¿Qué hacer?

Las madres deben estimular que el padre intervenga en la relación madre-hijo.

El adulto debe ser un ejemplo de salud mental para los niños, niñas y adolescentes.

Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones es la actitud del adulto la que debe cambiar para que se solucionen los problemas de comportamiento de niños, niñas y adolescentes, con miras a que tengan adecuados niveles de salud mental.

Recuerden que los adolescentes piden respeto y límites claros. Cuando se logra una comunicación adecuada con los adolescentes, habrá menos conflictos en la familia y por lo tanto, estos podrán tomar mejores decisiones.

Para lograrlo, los padres deben haber empezado con el proceso de respeto y comunicación desde que sus hijos son pequeños.

Cuando se altera la relación consigo mismo, se suele observar baja autoestima, manifestada por mal rendimiento escolar, poca persistencia en las tareas y escasa autoconfianza. Por lo general, estos niños, niñas y adolescentes están acompañados de adultos con baja autoestima y problemas como depresión, y que con frecuencia no logran reconocer las cosas positivas de las personas.

Cuando se altera la relación con los demás se suele manifestar con aislamiento, poca capacidad de socialización y dependencia exagerada de los adultos. También como angustia al salir de casa o cuando salen los padres.

Los padres de estos niños, niñas y adolescentes suelen ser sobreprotectores y se angustian ante cualquier intento de autonomía de sus hijos. Además, estos adultos suelen tener relaciones de pareja dependientes.

 

En la vida diaria

Cuando se altera la respuesta a las situaciones de la vida, los niños, niñas y adolescentes por lo general copian el modelo de sus padres y se puede ver baja tolerancia a la frustración, se fijan metas que casi nunca se pueden cumplir y cualquier fracaso los lleva a renunciar. Los padres de estos niños por lo general han sido un modelo negativo en la crianza.