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"DESDE EL BUS"
Transporte: caos de día y de noche
A falta de autoridades en la noche, los transportistas hacen de las suyas.

Nicanor Alvarado | DIAaDIA

De acuerdo con el reloj faltaban 10 minutos para las 10:00 p.m., cuando nos aventuramos a descubrir de qué manera funciona el transporte urbano en la noche. Queríamos confirmar si se registraban regatas, si hay buses en los que "no cabe un alma" o si los usuarios insisten en que los dejen en paradas inexistentes.

El punto de partida fue la vía Israel, frente a un centro comercial. A pesar de lo solitaria de la calle, había tres jóvenes que aguardaban por un "diablo rojo" que los llevara hasta la Terminal de Transporte de Albrook. Con ellos, emprendimos el viaje.

Conversando, supimos que los tres tenían 18 años y acababan de salir del cine. Son universitarios y se conocieron mientras estudiaban en la secundaria. Todos se dirigían a sus casas; uno en la Tumba Muerto, el otro a Las 500 de San Miguelito, y el último a Las Cumbres.

Los minutos pasaban, y entre una anécdota y otra, habían transcurrido más de 20 minutos y no había pasado ni un bus, por lo que abordamos un taxi que nos llevó al primer destino: la Terminal de Albrook.

Allá llegamos a las 10:23 p.m. Había pocos buses. Al ver uno de Don Bosco-Transístmica, el joven que vivía en Las 500 decidió abordarlo, empero el "secretario" gritaba que el costo del pasaje eran 50 centésimos.

Al igual que ese transporte, todos los que pasaron frente a las cámaras de DIAaDIA cobraban el doble del pasaje permitido, a pesar de que a algunos les hicimos la observación de que era ilegal.

Pasados varios minutos, el joven residente en Las 500 abordó un bus; por el cansancio, ya no le interesaba pagar 50 centésimos.

Permanecimos junto a los otros dos hasta que llegó un "diablo rojo" que tenía rotulado la ruta Tumba Muerto- Santa Librada. Eran las 10:30 p.m. Los chicos expresaron su tranquilidad al subir al bus, pues temían tardar mucho y, por ende, estar más expuestos a algún delincuente.

Sin embargo, la tranquilidad no les duró mucho, pues al llegar a la Plaza 5 de Mayo, el conductor decidió hacer piquera. Pero no estaba solo; todos los buses que habían divisado en la Terminal también estaban allí.

Seguimos conversando con los jóvenes y siguieron pasando los minutos. Los demás usuarios parecían estresados, pues faltaban 5 minutos para las 11:00 p.m. y el conductor no avanzaba y, de hecho, nunca lo hizo, pues diez minutos más tarde pidió a todos que se bajaran, ya que se iría por la vía España, pese a que no tenía permiso para operar por allí. Nuestros acompañantes abordaron otro bus para dirigirse a sus destinos.

Cuando cae la noche, las peripecias que deben hacer los usuarios, al parecer, se incrementan, máxime que en ese tiempo no hay inspectores de tránsito que velen porque el sistema se desarrolle con eficacia.





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