En la China imperial, el feng shui era verdaderamente un asunto de Estado y sólo las construcciones imperiales y de algunos nobles tenían acceso a esta aplicación, por eso se la llamaba "Aplicaciones de emperadores y reyes". Incluso, se aplicaba a la ubicación y orientación de las tumbas (Yin Zhai o vivienda de los muertos) ya que se creía que el feng shui de las mismas influía sobre la fortuna de la descendencia del difunto.
A partir de la instauración de la República, el feng shui (junto con otras prácticas tradicionales de la cultura china) fue prácticamente prohibido y es así como los centros actuales de difusión del feng shui no se encuentran en China, sino en Hong Kong, Taiwán y Malasia. En la última década, el feng shui se ha popularizado enormemente y su práctica y enseñanza se ha extendido por casi todo el mundo.