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No se deja vencer
Nunca se dejó vencer por su ceguera. (Foto: MARYORIE PATIÑO / EPASA)

Nicanor Alvarado D. | DIAaDIA

Un testimonio de vida. A pesar de que los ojos de la señora María Esperanza de López no le permiten ver el verdor de una planta, el azul del cielo o los coloridos grafitis de los "diablos rojos", le bastó su tenacidad y ganas de seguir adelante para superarse.

Su historia inició cuando la operaron en uno de sus ojos, hace 43 años, en el Hospital Santo Tomás. Fue intervenida a los 17 años, sin diagnóstico y producto de eso le cortaron el iris, situación que la dejó invidente, y que los galenos definieron como un glaucoma irreversible.

Empero, aunque no pueda ver, ella realiza todo tipo de labores. Es presidenta de la Coordinadora de las Mujeres Ciegas de Panamá, adjunta a la Unión Nacional de Ciegos.

También, en su faena están las labores comunes del hogar, como barrer, trapear, cocinar y además, pese a su condición, cuida a su madre, de 87 años, quien padece de Alzheimer.

Las capacidades de la señora de López van más allá. Con los años logró aprender a distinguir cuál ropa lleva puesta, hace las compras del hogar y viaja sola. En lo último, reconoce los lugares a los que va por su ruido característico.

María Esperanza es viuda del primer ciego egresado de la Universidad de Panamá, Santiago López, quien se recibió como docente de segunda enseñanza. Lo conoció cuando él fungía como director del centro de rehabilitación Andrés Toro en Las Lajas, y ella se rehabilitaba.

PROFESIONAL

María Esperanza laboró como recepcionista en la Escuela de Ciegos del Instituto de Rehabilitación Especial (IPHE) y como asistente de recepción en una escuela para niños ciegos. De allí se jubiló.





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