Temen epidemia

Alarmadas están las autoridades en Penonomé por el pésimo estado en el que se encuentra el vertedero del lugar, el cual colapsó, y temen una epidemia, pues no hay otro lugar para depositar la basura, que llegó hasta la carretera.

Las autoridades locales evaluaron la situación en la sesión del Concejo, y aseguran que el problema es la falta de dinero para contratar maquinaria y enterrar los desechos. El vertedero es un caos, y un gran porcentaje de los contribuyentes no pagan por este servicio.

Para el alcalde de Penonomé, Carlos Jaén, la situación es caótica y preocupante, porque lamentablemente ya no hay recursos para recoger la basura, y mucho menos, para darle un tratamiento adecuado en el vertedero, en donde no caben más desperdicios, ni tampoco se pueden enterrar.

Jaén agregó que es triste ver cómo un proyecto que era bueno (del vertedero controlado), ahora esté en este estado porque muchos de los contribuyentes no pagan sus impuestos de recolección de basura, los cuales varían, de tres dólares, a dos por mes los más pobres.

“Los gastos por mantenimiento del vertedero son superiores a los 40 mil dólares por mes, y hasta la fecha tenemos adicional una deuda de 60 mil. Si la situación de cobro de impuestos no mejora, no habrá recursos para recoger la basura“, dijo Jaén.

Para los representantes de corregimientos, esto es la crónica de una muerte anunciada, pues desde hace tres años sabían que esto pasaría, y piden al alcalde que busque recursos.

Euclides Montenegro, representante de El Coco de Penonomé, donde está ubicado parte del vertedero, señaló que es lamentable lo que se está dando en este pueblo, y lo peor es que puede empeorar sino se consiguen los recursos para seguir recogiendo y dándole mantenimiento al vertedero, que hace tres años si era controlado.

El vertedero está ubicado en Lajas de Penonomé, en terrenos del MEF, pero se quedó pequeño, mientras que la población exige respuestas y hasta la presencia de la Autoridad de Aseo para que solucionen el problema y que no vuelva a ser lo que era hace unos cinco años, cuando la basura y los gallinazos se apoderaron del pueblo, indicó Antonio Morán, residente.