Todos los años, miles de panameños esperan ansiosamente el 21 de octubre para celebrar, por todo lo alto, las festividades religiosas y paganas del Cristo Negro de Portobelo. Estos peregrinos, como muestra de agradecimiento, ofrecen mandas a este famoso Cristo, en su mayoría caminar de Sabanita a Portobelo, trayecto que dura más de seis horas.
Para realizar esta penitencia, además de involucrar buenas condiciones físicas, usted debe tener una serie de cuidados:
Si va en bus hasta Sabanita, verifique que ese transporte tenga los permisos visibles. Móntese en un bus de piqueras habilitadas (San Miguelito y Ojo de Agua). No se suba en un bus que haga viajes especiales y que no esté en esas piqueras. No olvide su cédula de identidad personal. No camine solo, puede resultar un peligro debido a la gran cantidad de personas que caminan. Procure estar en grupo. Si lleva niños, camine en el día. Lleve linterna, ya que el trayecto es largo y hay tramos sin tendido eléctrico. No se ponga jeans, sino un short de tela o algodón para que no se lastime los muslos. No use sandalias ni zapatos, ni zapatillas pesadas, use zapatilla livianas (tenis) y lleve unas chancletas. Lleve una mochila con un envase plástico de agua y bebidas hidratantes. Lleve cofal o vick para aliviar sus pies. No lleve discman o walkman, recuerde que es una manda, lo mejor es ir rezando o meditando. Elimine de sus enseres el licor.
CONOZCA MAS DEL NEGRO
Existen varias historias sobre el origen del Cristo Negro. Una de ellas cuenta que un barco que se dirigía a Cartagena, cada vez que intentaban zarparlo a Portobelo se desataba una violenta tormenta, obligándoles a regresar al puerto. En el quinto intento estuvieron a punto de naufragar, por lo que sus tripulantes decidieron aligerar la carga tirando por la borda una enorme y pesada caja que llevaban en su bodega. Luego de esto, el barco se alejó sin problema. Seguidamente, unos pescadores encontraron la caja y cuando la abrieron vieron que era un Nazareno, lo llevaron al pueblo y lo colocaron en la iglesia. Otra de la leyendas cuenta que unos pescadores encontraron una caja flotando en el mar durante una epidemia de cólera. Dentro estaba el Cristo y lo colocaron en la iglesia. Casi inmediatamente la epidemia se acabó y los enfermos se recuperaron rápidamente.
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