No hay edad para llegar. Todos, sin importar su color, clase económica, impedimento físico, distancia y el calor del sol o el frío de la lluvia, se congregan hoy en Portobelo para acudir hasta la Iglesia de San Felipe, donde desde hace tres siglos se guarda la imagen de Jesús Nazareno, el símbolo religioso del distrito.
La imagen pareciera tomar vida, el baile con que los hombres llevan el anda se mueve con sus pasos hacia delante y hacia atrás, como fue la primera procesión de los débiles esclavos infestados por una peste de la que logran librarse al sacar por primera vez al Cristo a las calles de la ciudad colonial.
La historia de la llegada de la imagen del Cristo Negro a Portobelo tiene dos versiones. Una, que llegó en una caja a la bahía, y la otra, que eran dos, uno blanco y otro negro, pero al tratar de llevarse el negro a otra ciudad, se desataba la tormenta y el barco no podía salir. Así se quedó en el pueblo.
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