Su padre fue el que le enseñó el oficio. (Foto: Erick Barrios / EPASA)
Jesús Simmons
| DIAaDIA
Un oficio que aprendió de su padre. Para Jorge Valdivieso, de 53 años, no hay nada que lo llene más en la vida que ver a sus clientes satisfechos y elegantes con un buen corte de cabello y una barba bien hecha.
Este humilde panameño es barbero de profesión desde hace 30 años, en una pequeña barbería que tiene ubicada en el famoso Terraplén, donde quedaba el antiguo mercado.
Desde que era un muchacho le hizo caso a su padre, que le pedía que cuando salía de la escuela pasara por el local para enseñarle los secretos de este noble oficio.
HERENCIA
Como dice el dicho: "hijo de tigre nace raya'o", a Jorge le gustó tanto la barbería que años más tarde, cuando su papá se retiró del negocio, quedó encargado de toda la clientela que se había hecho con mucho esfuerzo.
Lo que más le duele es que antes había escuelas de barbería, en donde a los jóvenes se les enseñaba afilar una navaja con aceite y una piedra muy fina, y luego a darle el toque final con un asentador de cuero que tiene una parte rústica y una más fina.
COMO ANTAñO
Otra de las cosas que más extraña son los cortes que se hacían con tijeras, pero que ahora todo se hace a punta de máquina y gillete; antes todo era más artesanal.
Lo que más le satisface es que con su esfuerzo y la profesión, que tanto ama, pudo darles una buena educación a sus hijos a los que pobremente nunca les faltó nada.
Algo sonriente, expresó que ahora los cortes que piden los jóvenes les hacen el trabajo más fácil a los barberos, porque no son tan estilizados como los que estaban de moda hace unos años.
Por el momento, lo único que desea es conseguir un local donde pueda atender a su clientela, pues como están las cosas en el Terraplén no sabe si tiene que salir del área para darle paso a la construcción de la segunda etapa de la Cinta Costera.
CORTES
Ahora los muchachos le hacen más fácil el trabajo a los barberos, porque no piden cortes extravagantes.