La vida es para...

Por: David Robinson | DIAaDIA

Una vez me contaron que a la pregunta: ¿Para qué es la vida?, un ciudadano chino y, además agricultor, contestó: "La vida es para trabajarla". Todos sabemos que por estos lares la respuesta más común es: "La vida es para gozarla", lo cual no sería ningún problema, sino fuera porque pareciese que cada vez más el goce y el trabajo son conceptos contradictorios.

¿Es posible trabajar la vida y gozarla? ¿Eso no es un discurso utópico? ¿Acaso el trabajo no es algo asociado irremediablemente a la fatiga? Si no es así, ¿por qué la espera ansiosa de las vacaciones?

Es que el mundo judeocristiano, incluyendo el Islam, fue marcado por un prejuicio antilaboral a partir de aquella famosa sentencia: "Con fatiga obtendrás tus alimentos de la tierra". El Nirvana también tuvo sus bemoles, pues con eso de la aspiración a la nada, donde la nada no hace nada, nadie trabaja.

También está el conflicto, muy real, entre empleadores y trabajadores; él nos deja, no sólo en la boca sino en los lomos, el sabor amargo de las desigualdades. Es obligatorio mencionar, además, la relación salario y estatus social. Se trabaja en algo que represente ingresos, no en lo que agrada. Y de ñapa tenemos un nuevo fenómeno: la adicción al trabajo. Hacerse adicto a cualquier cosa es reducirse la calidad de vida y el placer se convierte en algo efímero.

Definitivamente, en este diccionario de bolsillo llamado sociedad occidental, trabajar y gozar son antónimos. ¡Y eso provoca cada tensión! Es que hay miles de personas a las cuales sí les gusta su trabajo y tienen que ocultarlo, sólo para no verse exigidos a explicar por qué les agrada un trabajo mal remunerado y poco reconocido.

Por suerte, aún hay personas que se alegran al cumplir un deber. Hay quienes les da pesar acostarse sin haberse ganado sus frijoles. Mejor aún, hay quienes saben que tienen una misión y que eso implica trabajar. Y de paso, gozar la vida.

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