La tristeza y las limitaciones agobian a la señora Nuvia Gordón, quien reside en Natá, en la barriada Pueblo Nuevo, toda vez que forzosamente tiene que ver a su hijo Marcos Antonio Aguirre, de 29 años, quien padece parálisis cerebral.
El joven sólo se comunica con la mirada, y una sonrisa que contagia a todos. Su madre ya no sabe qué hacer para conseguir una nueva silla de ruedas, porque la que tiene le produce excoriaciones en la piel.
En ese sentido se ha dirigido a todas las instancias y los políticos, pero no ha sido posible una respuesta.
Marcos últimamente se encuentra triste, ya que el pequeño televisor que tenía se le quemó y no tiene cómo entretenerse.
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