Agotados por el sol y la lluvia, pero satisfechos por el deber cumplido, miles de feligreses llegaron ayer ante el Cristo Negro de Portobelo, considerado uno de los santos más milagrosos.
Hombres, mujeres, y niños de todas las edades, algunos con sus túnicas moradas, caminaron largas distancias para reunirse entre una multitud que este año superaba las 70 mil personas que entraban y salían de la ciudad de San Felipe de Portobelo.
Las actividades fueron exitosas. La comunidad, como siempre, se quejó del cobro de la entrada de los vehículos a un dólar, los microbuses a 5 y los buses a 10 dólares; además del costo de los alimentos.
La procesión empezó cuando se ocultó el sol y acabó casi a la medianoche cuando el Cristo retornó a su capilla de la colonial Iglesia de San Felipe.
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