La comunidad de Portobelo, en la Costa Arriba de Colón, se quedó pequeña para las más de 35 mil personas que visitaron la Iglesia de San Felipe.
Las mandas de sacrificio, muy criticadas por la Iglesia católica, eran muy comunes. Se observaba cómo se dejaban caer la cera caliente en la espalda, caminaban de rodillas desde la entrada del pueblo hasta la iglesia y otros cargaban pesadas cruces.
En medio de la celebración, fueron retenidos 20 personas con casos pendientes.
La procesión empezó a las ocho de la noche. Los vendedores de artesanías sí salieron ganando, pues las ventas de sus productos tuvieron buena aceptación de los turistas.