Animar no es sólo saltar y mover pompones. Se ha convertido en una actividad tan atlética y potencialmente peligrosa como un deporte, y debe ser designado como tal para aumentar la seguridad de sus practicantes, de acuerdo con la principal asociación pediátrica de Estados Unidos.
El número de porristas que se lesionan cada año ha crecido marcadamente en las últimas dos décadas. Las acrobacias comunes que representan riesgos son los lanzamientos de porristas al aire y la formación de pirámides humanas que llegan a superar los 4,5 metros (15 pies) de altura.
En una declaración de nuevas políticas difundida el lunes en la revista Pediatrics (Pediatría), la Asociación Estadounidense de Pediatría dijo que las asociaciones deportivas escolares deben designar a la animación como un deporte, y sujetarla a reglas de seguridad y a una mayor supervisión, lo cual incluiría entrenadores atléticos presentes, límites al tiempo de práctica y entrenadores más calificados.
Al igual que con otros atletas, a los porristas debe exigírseles que hagan ejercicios de acondicionamiento y que se sometan a exámenes médicos antes de unirse a las escuadras de animación, de acuerdo con la nueva política.