Zurielys es una niña juguetona. Sus padres y hermanos la apoyan en todo. (Foto: Carolina Sánchez / EPASA)
Carolina Sánchez P.
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Un accidente imborrable. La mañana del 23 de octubre de 2006, Zurielys Rodríguez y su abuela Concepción de Ortega estaban animadas porque viajarían a la ciudad capital para realizar unas diligencias. Como a la 1:00 p.m. abordaron el bus 8B-06, Mano de Piedra -Corredor, en el sector de La Fula en Cerro Batea. Ambas iban confiadas y se sentaron en un puesto de adelante, pero en cuestión de minutos, la alegría se convirtió en una tragedia: el bus se incendió.
A dos años del lamentable accidente, en el que fallecieron 18 pasajeros calcinados, Zurielys Rodríguez, de cinco años y quien fue la pasajera más joven (en ese entonces tenía 3 años), no olvida lo ocurrido en el sector de La Cresta en la vía Martín Sossa, frente a Hosanna.
Los recuerdos del accidente hacen que toda la noches la pequeña se despierte gritando y se haya convertido en una persona insegura, contó su madre Ruth.
Aseguró que debido a ese comportamiento, la llevará nuevamente a un psicólogo para evitar traumas.
Además, ella piensa todos los días que su hija está viva por un milagro de Dios.
Ahora Zurielys está en prekínder en la escuela Cristiana Infantil La Vid, en Burunga, Arraiján, comunidad donde vive y trata de llevar una vida como todos niños, aunque a su corta edad estuvo en una situación terrible.
Ruth explicó que su niña ya no le gusta quedarse con la abuela y en ocasiones llora, porque cree que a su abuela se le quemaron partes del cuerpo.
En tanto, Concepción de Ortega, contó que al momento en que el bus se prendía, lo único que se le pasó por la mente fue pedirle ayuda a Dios. "Vi a una persona que estaba abajo y me pedía que le pasara a la niña. Lo hice y luego me tiré", relató.
Ahora, Concepción padece de dolores en la cadera y ha superado su temor a viajar en bus.
CONSENTIDA
Zurielys por el momento es la bebé de su casa, hasta que nazca su hermanito. Los mayores la protegen.