Detrás de algo o de alguien, siempre hay una historia que vale la pena contar. La semana pasada, se dio a conocer los ganadores del Premio Ricardo Miró 2006, entre ellos Ariel Barría Alvarado, más que un escritor, un hombre, un padre y un tío.
El profesor Barría logró atribuirse dos de las categorías del Miró, ya que de manera unánime el jurado encontró que las obras: "La casa que habitamos" y "Ojos para oír", poseían los atributos necesarios para ser consideradas ganadoras en los géneros de Novela y Cuento, respectivamente.
LA ENTREVISTA
Como era de esperarse, Barría acaparó toda la atención, incluyendo la de nosotros. La entrevista sería sencilla, algo de los libros y de su vida; pero en ese escarbar, en el cual Ariel nos contó que ama la literatura nacional por encima de los best-seller, había mucho que contar.
"QUERER ES PODER"
Este hombre escribe, porque en verdad ama hacerlo. Ariel Barría tiene tres empleos, y en el poco tiempo libre que tiene, que es en las noches, se entrega de lleno a las letras.
Una de las confesiones que hizo Barría Alvarado, es que "La casa que habitamos", si no salía premiada en el Miró ya tenía una propuesta para publicación; en el caso de "Ojos para oír", había participado en el Miró del 2003, quedando como una de las finalistas, porque Ariel se dio a la tarea de pulirla y ponerla otra vez a competir, obteniendo ahora sí el resultado esperado.
LA DEDICATORIA
Son dos libros, así que cualquiera pensaría que Ariel se los dedicaría a un grupo numeroso de personas; pero no, en realidad la lista es bastante corta. Para empezar, este promotor cultural y profesor de literatura le dedica su triunfo a su tierra: Las Lajas, en Chiriquí. Según palabras textuales de Barría Alvarado, "lo hace porque nadie pensaría que de un pueblo tan pequeño, saldría el ganador de tres premios Miró, pues este chiricano obtuvo el primero en el 2000.
PROMESA CUMPLIDA
Los baluartes más importantes para este hombre, no son sus libros o los numerosos premios que ostenta, sino la enseñanza y el ejemplo que le puede dar a sus hijas: Sarai y Karima.
Como anécdota, Ariel cuenta que en 1999, cuando Ramón Fonseca Mora subía a recibir su premio por el Miró, él le prometió a su hija más pequeña, Sarai, que el próximo año sería quien subiría a buscar su premio, y así fue.
En el caso de Karima, quien está por graduarse de la universidad, insistía mucho por conocer si su padre estaba participando este año en la competencia, pero éste no soltaba prenda, pues prefería mantener todo en reserva para no despertar expectativas.
Sin embargo, el pasado 16 de octubre, ellas fueron las primeras en saber sobre su triunfo.
SU PRIMER LECTOR
Entre las tantas cosas que conversamos con Ariel, nos dijo que tuvo una persona que fungía como su primer lector, por lo menos en su familia. Este chico era Carlos Guillermo Chacón, sobrino de Ariel. Cuenta el autor de "Ojos para oír", que Carlos Guillermo siempre estaba atento de sus libros; es más, era el único fuera del ámbito literario que sabía que estaba participando en el Miró; pero, lamentablemente, no podrá disfrutar del triunfo junto a su tío.
El pasado 25 de julio, cuando Carlos cumplía 15 años, la luz de sus ojos se apagó. Él sufría de leucemia. "Fue una muerte repentina", explicó Ariel. Por eso, Barría Alvarado ya tiene previsto que ambos libros estén dedicados a su sobrino, su primer lector.
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