Para ti, Carlos Guillermo
El discurso de Barrí­a, durante la premiación, fue bastante emotivo. (Foto: Gabriel Rodrí­guez / EPASA)

Kathyria Caicedo | DIAaDIA

Detrás de algo o de alguien, siempre hay una historia que vale la pena contar. La semana pasada, se dio a conocer los ganadores del Premio Ricardo Miró 2006, entre ellos Ariel Barrí­a Alvarado, más que un escritor, un hombre, un padre y un tí­o.

El profesor Barrí­a logró atribuirse dos de las categorí­as del Miró, ya que de manera unánime el jurado encontró que las obras: "La casa que habitamos" y "Ojos para oí­r", poseí­an los atributos necesarios para ser consideradas ganadoras en los géneros de Novela y Cuento, respectivamente.

LA ENTREVISTA

Como era de esperarse, Barrí­a acaparó toda la atención, incluyendo la de nosotros. La entrevista serí­a sencilla, algo de los libros y de su vida; pero en ese escarbar, en el cual Ariel nos contó que ama la literatura nacional por encima de los best-seller, habí­a mucho que contar.

"QUERER ES PODER"

Este hombre escribe, porque en verdad ama hacerlo. Ariel Barrí­a tiene tres empleos, y en el poco tiempo libre que tiene, que es en las noches, se entrega de lleno a las letras.

Una de las confesiones que hizo Barrí­a Alvarado, es que "La casa que habitamos", si no salí­a premiada en el Miró ya tení­a una propuesta para publicación; en el caso de "Ojos para oí­r", habí­a participado en el Miró del 2003, quedando como una de las finalistas, porque Ariel se dio a la tarea de pulirla y ponerla otra vez a competir, obteniendo ahora sí­ el resultado esperado.

LA DEDICATORIA

Son dos libros, así­ que cualquiera pensarí­a que Ariel se los dedicarí­a a un grupo numeroso de personas; pero no, en realidad la lista es bastante corta. Para empezar, este promotor cultural y profesor de literatura le dedica su triunfo a su tierra: Las Lajas, en Chiriquí­. Según palabras textuales de Barrí­a Alvarado, "lo hace porque nadie pensarí­a que de un pueblo tan pequeño, saldrí­a el ganador de tres premios Miró, pues este chiricano obtuvo el primero en el 2000.

PROMESA CUMPLIDA

Los baluartes más importantes para este hombre, no son sus libros o los numerosos premios que ostenta, sino la enseñanza y el ejemplo que le puede dar a sus hijas: Sarai y Karima.

Como anécdota, Ariel cuenta que en 1999, cuando Ramón Fonseca Mora subí­a a recibir su premio por el Miró, él le prometió a su hija más pequeña, Sarai, que el próximo año serí­a quien subirí­a a buscar su premio, y así­ fue.

En el caso de Karima, quien está por graduarse de la universidad, insistí­a mucho por conocer si su padre estaba participando este año en la competencia, pero éste no soltaba prenda, pues preferí­a mantener todo en reserva para no despertar expectativas.

Sin embargo, el pasado 16 de octubre, ellas fueron las primeras en saber sobre su triunfo.

SU PRIMER LECTOR

Entre las tantas cosas que conversamos con Ariel, nos dijo que tuvo una persona que fungí­a como su primer lector, por lo menos en su familia. Este chico era Carlos Guillermo Chacón, sobrino de Ariel. Cuenta el autor de "Ojos para oí­r", que Carlos Guillermo siempre estaba atento de sus libros; es más, era el único fuera del ámbito literario que sabí­a que estaba participando en el Miró; pero, lamentablemente, no podrá disfrutar del triunfo junto a su tí­o.

El pasado 25 de julio, cuando Carlos cumplí­a 15 años, la luz de sus ojos se apagó. Él sufrí­a de leucemia. "Fue una muerte repentina", explicó Ariel. Por eso, Barrí­a Alvarado ya tiene previsto que ambos libros estén dedicados a su sobrino, su primer lector.

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