HISTORIAS
Como las aves

Redacción | DIAaDIA

Es una triste realidad. Todas las relaciones comienzan con amor y promesas, pero frecuentemente las vemos debilitarse, desmoronarse y, finalmente, fracasar. Qué triste que todas las relaciones no sean como las de las aves. Sé que suena extraño, pero sigan leyendo. Hace muchos años, cuando era sólo un muchacho, una pequeña ave amarilla golpeó nuestra puerta frontal. Cuando miré fuera, vi aquel diminuto cuerpo inmóvil sobre el piso. Abrí la puerta para ver si estaba atontado o, en caso extremo, muerto. Estaba arrodillado sobre ella, cuando mi mamá se me unió.

"Michael, creo que está muerta. Escuché el golpe contra el vidrio. Se pegó muy duro", dijo. -Mamá, ¿deberíamos enterrarla?

"No estoy segura, Michael. Cuando miré la primera vez vi a otra ave aterrizar junto a ella. Parecía querer recogerla. Creo que deberíamos dejar que la naturaleza se encargase de esto. Pongámosla en el techo del auto y veamos qué pasa".

Colocamos la avecilla inmóvil en el techo del auto de mi papá y entramos a la casa. Desde la ventana de nuestra sala, observamos a la compañera del ave volar a su lado, agarrando cuidadosamente el torso del cuello del ave muerta en su diminuto pico, y con una fuerza que sólo el amor y la devoción pueden proveer, la levantó en el aire.

Llevó el cuerpo desde el auto, al otro lado de la calle, a unos árboles cercanos en un prado. Voló a sólo unos pocos metros del suelo. Su lucha fue grande, pero su deseo de no separarse de su compañera fue mayor. ¿No desearía usted que nuestras relaciones fuesen como las de las aves? Yo sí lo desearía.

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