El mujeriego

Redacción | DIAaDIA

La conocí en una fiesta de cumpleaños de una vieja amiga. Nos sentamos en un asiento para dos, pero no nos dimos cuenta el uno del otro, hasta que era bien tarde en la noche.

Me acerqué a tomar un trago y allí estaba ella, y me preguntó si la homenajeada era mi verdadera amiga. Le expliqué que habíamos estudiado juntos en la universidad, una vez trabajamos juntos, y que en cierta ocasión le declaré mi amor pero ella me rechazó porque éramos muy diferentes: ella religiosa y yo un aventurero.

Entonces ella me dio su nombre, y hablamos de nuestras vidas, de nuestros éxitos y fracasos. Parecía que nos habíamos conocido hace muchos años.

Semanas después decidí declararle mi amor. Salimos juntos a distintos lugares: al cine, a la playa, a bailar. Un buen día la invité a ver una obra de teatro y allí le dije que la amaba y quería que fuera mi novia. Tardó un poco en contestarme. Me tomó la mano y besándome en los labios me dijo: "Sí". Se quitó una cadena preciosa que llevaba colgada a su cuello y me la colgó en el mío. Me relató que la cadena había sido de su abuela y que se la dejó antes de morir como una prueba de lo mucho que la amaba.

Una tarde la llevé a mi apartamento y ahí, después de unos tragos, le pedí la prueba de su amor. "Ya te la dí", me dijo con un aire de inocencia. "No es esa prueba la que anhelo", le contesté. Ella se puso de pie, y y acercándose me susurró al oído estas palabras. "Me voy, pero te daré esa prueba que quieres". Esperé, esperé y esperé; jamás ha regresado a mi casa.

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