Éste es un hecho verídico que sucedió en Chile, después del avivamiento pentecostal del año 1909.
Un hermano, mientras oraba en la iglesia, de pronto se levantó gritando: "Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor", corrió hacia una cantina que estaba en la esquina, entró y gritó: "Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor".
El dueño, enojado, llamó a los guardias y se lo llevaron preso. Al otro día lo soltaron y cuando llegó a la iglesia, los hermanos, que habían amanecido orando por él, preocupados se alegraron y saltaron al verlo. Él les contó que no importaba que hubiera estado preso, el mensaje había sido entregado.
En la reunión de la noche en la iglesia, llegó el dueño de la cantina corriendo desesperado, porque esas palabras le resonaban en su mente toda la noche y todo el día. Se convirtió a Cristo, cambió el rubro de la cantina por dulcería y ésta, después de 97 años, permanece en la misma esquina como dulcería, siendo un mudo testimonio de que: "Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor".
¿Del dueño de la cantina?, sólo puedo decirles que de su descendencia han salido 4 pastores y dos pastoras.
Ahora la pregunta es: ¿Compartes el mensaje de Dios? Hay muchas formas de poder compartir el mensaje de la Palabra, con tratados, con audio, mediante evangelismo personal, pero sobre todo con tu testimonio.
Nunca calles cuando Dios te impulsa a hablar, podría ser el inicio de una vida nueva para alguien.
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