
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
La familia está destrozada por su muerte.
Giovani vivía aquí junto a su familia. Era muy alegre y querido por sus vecinos.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
La familia está destrozada por su muerte.
Giovani vivía aquí junto a su familia. Era muy alegre y querido por sus vecinos.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
La familia está destrozada por su muerte.
Giovani vivía aquí junto a su familia. Era muy alegre y querido por sus vecinos.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
La familia está destrozada por su muerte.
Giovani vivía aquí junto a su familia. Era muy alegre y querido por sus vecinos.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Este era el camión de Giovani, quería comprar otro.
La familia está destrozada por su muerte.
Giovani vivía aquí junto a su familia. Era muy alegre y querido por sus vecinos.
Fotos: ROBERTO BARRIOS
Una abuela desconsolada y sumergida en un llanto silencioso, cuidaba de ellas, a la vez que trataba de evadir las preguntas sobre por qué su papá aún no llegaba.
Y es que la noche del domingo a las 11:30 p.m., en el sector de Tataré, Giovani Fernando Morales González, de 37 años, venía de La Mesa de San Martín de ver un juego, cuando decidió pasar por una parrillada ubicada en la entrada de Tararé, donde al llegar se encontró con su amigo Aldo Aristides Tuñón y se detuvo a saludarlo. Fue en ese momento cuando delincuentes, a bordo de un vehículo en marcha, dispararon en contra de ambos hombres, Aldo recibió 24 tiros y Giovani siete, los dos quedaron muertos en los estacionamientos de la parrillada.
En la escena del crimen se encontraron múltiples casquillos de arma nueve milímetros.
Los familiares de Giovani expresaron que ese día había ido junto a su esposa y sus dos hijas a la iglesia, en la tarde fue al juego y minutos antes, él llamó a la casa y pidió que le guardaran comida.
Yobelis Caballero, su esposa, se quedó esperando y solo escuchó dos tiros. La mala noticia corrió como pólvora de que habían asesinado a Giovani.
Él tenía años de vivir en Altos de Tataré, en donde laboraba con camión volquete transportando materiales, y la gran inspiración que tenía en la vida eran sus dos hijas, pues siempre trabajaba para que no les faltara nada.