HISTORIAS
Ojos largos

Redacción | DIAaDIA

Cuando niño, acostumbraba observar desde el balcón de mi casa a los niños que jugaban a la pelota. Solía hacerlo con una mirada que bauticé como "ojos largos". Me refiero a esa mirada que es común en la mayoría de los niños.

Cuando vemos a otros comiendo algo o jugando con algo que a nosotros nos está vedado, hay una cierta manera de fijar la vista en aquello. Nada distrae al niño.

En gran parte de las ocasiones, no es hasta que el niño recibe el helado de manos de su padre o madre -que pueden entender su mirada-o que es subido al caballito del carrusel, que su contemplación llega a ser satisfecha. Reflexionaba en estos días sobre dos cosas:

Primero, que aunque nunca pude bajar a jugar con los otros niños en aquel solar -por motivos netamente personales que tienen que ver con la manera en que fui criado-Dios sí pudo captar mis "ojos largos" de niño.

Aunque nunca desarrollé buenas habilidades para el juego, mi sueño era presenciar un juego de grandes ligas, lo cual parecía algo inalcanzable, siendo yo de una familia de bajos recursos. Para mi sorpresa, años más tarde tuve la gracia del Señor de presenciar un juego de los Cardenales de San Luis.

La segunda cosa sobre la que reflexioné, fue que de la misma manera en que cuando niño tenía "ojos largos" para cosas que ahora reconozco eran pasajeras e irrelevantes, desde un punto de vista maduro de la vida, así debiera contemplar cada día a mi Dios, como al que más anhela y necesita mi alma.

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