"He podido comprobar que el 'método de enseñanza' más difundido en las universidades panameñas es que el profesor hace como que enseña y los alumnos hacen como que aprenden."
Manuel Castro Rodríguez
Me parece que me voy a contradecir. Es que ahora, después de haber titulado este artículo, me percato que enseñar o no enseñar no es el dilema. ¡Claro que hay que enseñar! ¿Y cuál es entonces el conflicto? Creo que la pregunta es: ¿Enseñar qué?
¿Para qué un niño termina la educación básica general? ¿Para ir a la secundaria? ¿Y para qué un adolescente asiste a la escuela media? ¿Para graduarse en la universidad? ¿Y es qué hay garantías de que todo educando llegue hasta la educación superior?
La educación tiene tres áreas: La conceptual, que es la tradicional transmisión de conocimientos; la procedimental, que es la identificación de los procesos; y la actitudinal, que tiene que ver con las actitudes necesarias para la sana convivencia y el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.
Soy un convencido de que estamos en los tiempos de fácil acceso a los contenidos. Internet, la televisión por cable, los medios impresos, la radio y hasta los rumores, constantemente vierten información (de cualquier tema) a la audiencia. Superficial, poco reflexiva y acrítica. Sí. Pero allí está.
También, la creciente pobreza me obliga a concluir que no todos los jóvenes podrán pagarse su educación universitaria. Entonces, ¿Enseñar qué? Pienso en una escuela ideal, donde los estudiantes adquieran hábitos básicos como el de la lectura, y el principal, el de aprender a resolver problemas. Por ejemplo, en lugar de definir la célula, plantear una serie de problemas que el estudiante debe resolver para llegar a la comprensión de lo que es una célula. Nada nuevo. Constructivismo lo llaman. Procesos y actitudes. Habría que resolver un punto. Los padres de familia deben dejar de hacer las tareas a los estudiantes y los docentes no pueden seguir calificando a los padres de sus alumnos.
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