En algunos países de Centroamérica, las ofrendas que se colocan en las tumbas son muy variadas y no son diferentes a las que los prehispánicos colocaban en sus tiempos. Algunos de esos elementos esenciales que no podían faltar en los mausoleos, según los historiadores, eran: agua, que se ofrecía a las ánimas para que mitigaran su sed después de un largo camino y como fortalecimiento para su regreso al más allá; sal, servía para que el cuerpo no se corrompiera; incienso, perfume de reverencia soberana, para alejar a los malos espíritus, las flores son otros de los elementos y cada color tiene un significado especial. El pan era uno de los alimentos más importantes en la ofrenda.