Los niños están en un albergue del MIDES. (Foto: HERMES GONZÁLEZ / EPASA)
Milagros Murillo F.
| DIAaDIA
Están en un lugar seguro, con comida y camas para dormir. En medio de su inocencia, el niño de 11 años que cuidaba a sus cinco hermanitos, afirmó que él ató a su hermanita de un año, pues a ella le gustaba comer tierra y se iba para el río, por lo que temía que la corriente se la llevara. "Yo la amarré por aquí", dijo, refiriéndose a la espalda de la pequeña.
Y es que a su corta edad se convirtió en el hombre de la casa, mientras que su madre, Mitzila Chávez, trabaja en una casa de familia en Chilibre.
La odisea de esos indígenas ngöbe buglé se inició cuando, huyendo de los golpes de su pareja, Mitzila viajó desde Tolé, junto a sus seis hijos (una de crianza), para buscarles un lugar seguro donde vivir. La familia se ubicó en una humilde vivienda construida de viejas hojas de zinc, en Las Garzas de Pacora, pero como Mitzila sólo podía estar en casa los fines de semana, los niños se quedaban prácticamente solos, aunque Marcela, hermana de Mitzila, quien tiene cuatro hijos, "les echaba un ojo".
Ella afirmó que los menores de edad no han sido abandonados y que el martes, cuando se los llevaron al albergue, ella estaba en el médico con uno de sus hijos. Además, que el padre de sus sobrinos, que ni siquiera los apoya económicamente, fue el que hizo la llamada denunciando el supuesto abandono.
DECISION
El Ministerio de Desarrollo Social continúa investigando el caso para apoyar a la madre que, al parecer, no sabe lo que está sucediendo.