ENTRE NOS
¿Nunca más?

Elizabeth M. de Lao | DIAaDIA

Aún resuenan en mi mente las palabras del Presidente, cuando todavía era un candidato más.

Las preguntas fueron directas: Usted dice que mejorará el sistema de transporte en el país; pero, ¿a quién pondrá al frente de la Autoridad del Tránsito, que tenga el suficiente temple como para poner en cintura a los conductores y dueños de buses? ¿Está dispuesto a aceptar el costo político que eso representa?

La respuesta fue la diatriba de siempre: Sí pondría a la persona idónea en el cargo y le apretaría el cinturón a los buseros, tan pronto llegara al poder.

De esa reunión de periodistas con el entonces candidato, hoy Presidente, hace exactamente siete meses y 22 días, tiempo suficiente como para que ya se estuvieran viendo resultados o al menos acciones tendientes a cortar de raíz el problema del transporte, especialmente en la urbe capitalina.

Pero, contrario a lo que se esperaba, lo que se ha visto es lo mismo de siempre, aunque con un tétrico ingrediente adicional: los gritos de 18 personas, silenciados por el fuego; víctimas inocentes de la desidia de las autoridades, de los dueños de buses, de los palancas y hasta de los pavos.

Tanto dolor no parecía ser posible en una sociedad como la nuestra, alegre, dicharachera, fiestera y, en apariencia, despreocupada. Fueron 18 personas con sueños, con ilusiones, con metas por alcanzar, con familias que hoy sufren, las que murieron allí.

Si el nuevo director del Tránsito no entiende de una vez por todas, que éste es el detonante de una bomba que estuvo por mucho tiempo inactiva, mejor será que renuncie y ponga a otro en su lugar.

Aquéllos cuya vida apagó la desidia de otros, no murieron en vano. Ya es tiempo de que la sociedad también juegue su papel fiscalizador para que tragedias como la del 23 de octubre no se repitan.

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