Una familia unida


Cerrar!

La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

    Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    Aprenden muy bien a arreglar las bolsistas.

  • Una familia unida

    Lo principal es tener para sus necesidades.

  • Una familia unida

    La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

    Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    Aprenden muy bien a arreglar las bolsistas.

  • Una familia unida

    Lo principal es tener para sus necesidades.

  • Una familia unida

    La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

    Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    Aprenden muy bien a arreglar las bolsistas.

  • Una familia unida

    Lo principal es tener para sus necesidades.

  • Una familia unida

    La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

    Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    Aprenden muy bien a arreglar las bolsistas.

  • Una familia unida

    Lo principal es tener para sus necesidades.

  • Una familia unida

    La familia es muy unida y siempre tiene fe en surgir.

    Foto: YANELIS DOMINGUEZ

  • Una familia unida

    Aprenden muy bien a arreglar las bolsistas.

  • Una familia unida

    Lo principal es tener para sus necesidades.

Yanelis Domínguez - DIAaDIA

Amor de familia. Ayer, entre el frío de la mañana y debajo de un fuerte aguacero, el amor familiar salió a relucir a través de los Pérez, quienes como hormiguitas trabajadoras llenaban los cartuchitos de guandú en medio de las isletas del semáforo de Villa de Las Fuentes, en la Tumba Muerto. Esta actividad ha representado su sustento en los últimos meses.

Más que comprar el guandú, las personas se detenían a cooperar con la familia, porque el cuadro era enternecedor, ver a los nietos y las hijas ayudando a su padre, Miguel Pérez, quien ha llevado en sus manos el porvenir de su familia desde hace 10 años, es digno de admirar.

Miguel relató lo difícil que la situación económica se ha puesto y que la venta de guandú casi no da para satisfacer sus necesidades, en eso sus nietos le halaron el suéter, como si le pidieran que dejara de hablar, pues el trabajo de llenar los cartuchos no espera.

Alrededor de 50 bolsitas son las que esta laboriosa familia llena y que debajo del sol y el agua venden. Desde las nueve de la mañana da inicio la tarea de todos los días, pero los pequeños solo ayudan los fines de semana, pues es bueno que vean la gran labor que su abuelo hace para su futuro.

Pero no todo es trabajo. Con una sonrisa que devuelve la vida, los niños juegan entre los cartuchos y esperan la hora que las ventas terminen, pues la faena siempre acaba con una jugosa malteada o burundanga que tanto les gusta.

Ellos son ejemplo de superación y dan una gran lección a aquellos que se niegan a laborar dignamente.

 
suscripciones