Del segundo concierto de Belinda hay mucho que decir. No cabe duda de que esta chica tiene mucho futuro por delante.

Para que tengan más o menos una idea de lo que fue el concierto, les cuento que el Teatro Anayansi estaba que no cabía ni un alfiler. Al parecer, era cierto que todas las entradas se habían vendido. Entre el público había niñas, adolescentes, jóvenes, pero sobre todo, mamás y papás que disfrutaban casi a la par de sus hijas el concierto. Aún me causa gracia recordar cuando vi a varios padres brincando y gritando junto a sus pequeños. Era tanta la euforia, que cada vez que las niñas gritaban a todo pulmón, hasta se me despelucaba el cuerpo. Vale la pena mencionar que cada vez que se apagaban las luces se escuchaba la gritería. En torno al espectáculo, Belinda se entregó totalmente, reflejaba una inmadurez increíble sobre el escenario.

La cantante realizó alrededor de unos seis cambios de ropa, pero entre cada cambio, por medio de pantallas gigantes, la artista hacía llegar su mensaje de amor, paz, madurez y libertad. Definitivamente, fue un concierto sin precedentes, del que todavía queda euforia.