Hasta que un frío domingo en Chicago, mi abuelo pensó que Dios le había jugado una broma. Entonces no le causó mucha gracia.

Él era carpintero. Ese día particularmente había estado haciendo en la Iglesia Hacienda unos baúles de madera para la ropa y otros artículos que enviarían a un orfelinato a China.

Cuando regresaba a su casa, metió la mano al bolsillo de su camisa para sacar sus lentes, pero no estaban ahí. Entonces se dio cuenta de que sus nuevos lentes iban camino a China en los baúles. 'No es justo' le dijo a Dios mientras manejaba frustrado de regreso a su casa.

'Yo he hecho una obra buena donando mi tiempo y dinero y ahora esto'.

Varios meses después, el Director del orfelinato estaba de visita en Estados Unidos y visitó todas las Iglesias que lo habían ayudado cuando estaba en China. Fue a la iglesia de mi abuelo y agradeció por los lentes, puesto que los comunistas habían entrado al orfelinato, destruyendo todo lo que teníamos, incluyendo los lentes del misionero y aún cuando tuviera el dinero para comprar otros, no había dónde.

Además de no poder ver bien, todos los días tenía fuertes dolores de cabeza, así que mis compañeros y yo estuvimos pidiendo mucho a Dios por esto. Entonces llegaron sus donaciones. Cuando mis compañeros sacaron todo, encontraron unos lentes encima de una de las caja'.

Toda las personas escucharon, y estaban contentos por los lentes milagrosos. Pero pensaron que el misionero debió haberse confundido de Iglesia, porque en la lista de productos no los habían enviado a China.

Pero sentado atrás en silencio, un carpintero ordinario se daba cuenta de que el Carpintero Maestro lo había utilizado de una manera extraordinaria.