Ma�ana los camposantos dejar�n de ser sitios l�gubres para recibir a miles de personas que visitar�n los sepulcros de sus seres amados.
Como todos los a�os, las coronas y ramilletes de flores reemplazar�n la maleza que, durante 364 d�as, cubren las l�pidas e impiden leer el nombre de los que en ellas reposan el sue�o eterno. Tambi�n el moho de las descascarilladas tumbas ser� cubierto con pintura fresca.
Son d�as en que los cementerios cobran vida. El silencio sepulcral es interrumpido por oraciones, conversaciones e incontenibles llantos. Es un d�a en que, de alguna manera, se vuelve a estar cerca de quienes se adelantaron en el viaje sin regreso.
Los deudos se sentar�n en el duro cemento o la hierba mojada, cerca de su ser querido. Reactivar�n los recuerdos de una vida compartida y reabrir�n las heridas que ha dejado su partida. En ese reencuentro le contar�n c�mo han cambiado las cosas desde que se fue y que, aunque ha pasado el tiempo, lo siguen amando y extra�ando.