Lo que era otra jornada de trabajo en busca de informaciones en el gimnasio Jesús "Máster" Gómez de Barraza, terminó ayer en un fuerte intercambio de opiniones entre el entrenador Orlando Soto y mi persona.
Y es que aunque parezca increíble, Soto me reclamó mi posición en la columna del pasado 13 de octubre, en la que le pedía a la Comisión de Boxeo Profesional de Panamá (COMIBOX) su suspensión, luego de que su pupilo, Roberto "La Araña" Vásquez, no cumplió con el peso para el combate que iba a sostener con el ecuatoriano Rafael Tirado, lo que llevó al final que se cancelara la cartilla "Alma de Campeones".
Soto tuvo el cinismo de preguntarme la razón por la que yo consideraba que él era el culpable de que "La Araña" no hiciera el peso.
Como se lo aclaré ayer en el gimnasio y ahora lo hago públicamente, usted, Orlando Soto, es el entrenador de "La Araña", la persona que debe controlarle el peso cuando entra y sale del gimnasio.
Para su mala fortuna, usted me dijo ayer que sabía del sobrepeso de "La Araña", porque lo pesaba antes y después de los entrenamientos, pero que él le pidió que le diera un voto de confianza.
Es cierto que usted no podía estar 24 horas al día con "La Araña", como lo aclaró ayer. Pero ahora le pregunto: ¿por qué no tuvo usted suficientes agallas para decirle a "La Araña" que no iba a seguir apoyando su irresponsabilidad, si sabía que el jueves, un día antes del pesaje, estaba lejos de las 115 libras, que era el peso pactado?
Me aclaró usted ayer, creo que sin tener un filtro de lo que decía, que con mi columna lo que quise fue destruir su imagen como entrenador.
Quiero que a Orlando Soto le quede claro que él mismo se tiró la soga al cuello, al aceptar que "La Araña" se presentara al pesaje oficial con sobrepeso.
Soto, en aquel 13 de octubre, jamás imaginó que cuando aceptó la irresponsabilidad de "La Araña", tenía también que aceptar las críticas que le iban a llover por ser el entrenador principal.
Y para terminar, quiero volver aclararle a Orlando Soto lo siguiente. Ayer, en medio del intercambio de opiniones me solicitó que no publicara ninguna palabra más de usted, porque ya no iba a permitir ninguna crítica más.
Vuelvo y le aclaro, Orlando Soto, que si usted no quiere que le lluevan las críticas cuando se ameriten, mejor es que abandone su oficio como entrenador.
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