El niño y la muerte
Enseñe al niño que a la muerte, como a la vida, hay que darle la cara.

Rosalina Orocú Mojica | DIAaDIA

Las pérdidas de seres queridos en la niñez dejan huellas, heridas que hay que ayudar a sanar.

La Dra. Juana Herrera, psicóloga con larga trayectoria, nos habla sobre el tema y orienta a la familia, sobre lo que se debe hacer y evitar para que el niño elabore el duelo sin sufrir tanto.

Es normal que el niño llore y rechace la idea de que mamá, papá, algún hermanito, amiguito o su mascota ya no estará más con él físicamente.

Pero, según la Dra. Herrera, decirle la verdad es muy importante. Negarle que el ser querido falleció no conduce más que a alargar el tiempo que durará la elaboración del duelo. Eso sí, hay que saber cómo comunicarle tan dolorosa noticia. Con mucho cariño, palabras sencillas, con la verdad: así hay que hablarle.

Es importante evitar confundir al niño. No hay que decirle con puntos y comas los detalles de cómo fue el pasaje de la vida a la muerte de esa persona tan significativa para él.

Pudiera ser que el niño experimente sentimientos de culpa. Hay que aclararle que él no tiene culpa de nada. Que la muerte es parte de la vida. Que todos morimos. Unos primero y otros después. Algunos de viejitos, otros por una enfermedad o un accidente.

Por nada del mundo engañe al niño, dice la Dra. Herrera, quien recomienda que se evite decirle mentiras. Será peor cuando se entere de que usted le ocultó la verdad.

Otra manera de ayudarlo es permitirle llorar o gritar, si eso es lo que quiere hacer para hacer sentir su impotencia ante lo irremediable.

Déle tiempo, obsérvelo, bríndele mucha compañía, no piense que puede comprar su alegría regalándole cosas materiales. Nada compensa la pérdida de un ser querido. Lo que necesita es ayuda espiritual, afecto.

Ahora bien, quizás el niño se aisle, necesite estar solo. O, se apegue más a sus seres queridos sobrevivientes. O sienta temor de que otro familiar fallezca, inapetencia, pérdida del sueño, irritabilidad... Las madres, quienes mejor conocen cómo se comportan sus hijos, pueden ver con más claridad si hay algo patológico.

La Dra. Herrera nota que niños de familias donde se habla con naturalidad del ciclo de la vida y la muerte, donde hay una sólida formación espiritual, enfrentan mejor las pérdidas. Buscan refugio en la oración. Hablan de que el familiar "está con Papá Dios, en el cielo..."

Las maestras también deben observar al niño y conversar con las madres para ayudarlo a sobrellevar mejor, momentos tan difíciles para él. Además, en Panamá existe la Fundación Piero Rafael Martínez De La Hoz (227-7498), que orienta y apoya en el duelo.

Mientras más personas se unan para ayudar a un niño doliente, tanto mejor.

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